Cincuenta y un años han pasado ya desde aquella Primera cumbre de la Tierra celebrada en Suecia en el año de 1972. Los primeros indicios de un accionar en conjunto por el combate al cambio climático se suscitaban en aquellas épocas de suma industrialización. Cincuenta y un años han pasado hasta llegar a la agenda 2030 de la ONU en favor de la sustentabilidad como medida extremadamente urgente. Es interesante ponerse a pensar, ¿En qué preciso momento se llegará a un punto sin retorno?
Existen hipótesis que sugieren que las medidas adoptadas a favor de la sustentabilidad de las empresas y gobierno son meramente discursivas, caso que de ser real sería totalmente alarmante, ya que estaríamos frente a una de las cortinas de humo más potencialmente peligrosas de la historia de la humanidad. Si bien es cierto que los factores económicos, sociales, morales y éticos impulsan a las empresas y personas a mostrar su mejor cara a la sociedad sin importar la realidad, también es cierto que el modelo económico industrial desarrollado por años en el planeta, aunado al incremento potencial de la población están llevando al consumo total de los recursos disponibles.
Si un gobierno, en efecto, planea dar buena cara a nivel mundial, o internamente mantener tranquilo al pueblo, es lógico pensar que su discurso sustentable no conduzca más allá de las palabras. De igual forma, que una empresa busque un discurso sustentable como modelo de atracción de inversionistas o plantar buena cara ante el panorama mundial no suena descabellado. Nos encontramos directamente en un complejo de Casandra (Viene del mito griego de la Ilíada, en el cual, Casandra, hermana de Páris y Héctor es despojada del don humano de la persuasión provocando que nadie pueda creer en sus palabras incluso siendo del conocimiento de todos que ella posee el don de la adivinación. El complejo alude a dicha historia significando que no importa que tan convincente sea un discurso, a las personas les será imposible creer en su veracidad y convicción). A la mayoría de las personas les resulta casi imposible confiar en las palabras y el accionar de entidades como la empresa y el gobierno.
Desde un punto de vista enfocado en un análisis de datos a priori a la actualidad, se puede observar que a medida que pasa el tiempo, la inquietud por el cambio climático se ha vuelto más constante en foros internacionales de discusión, sin embargo, el cambio climático no ha hecho más que aumentar en los mismos años. Tal vez sean estos hechos los que hagan a las personas de dudar de que las acciones a favor de la sustentabilidad son meramente discursivas. Basado en la tendencia a priori, es fácil deducir que las empresas siempre basaran la sostenibilidad (Hacer perdurar un negocio a través del tiempo) de su negocio en la eficiencia operativa, reducción de costos y otros modelos agresivos que no siempre conviven con el desarrollo sustentable. Muchas personas podrían concluir que las empresas son incapaces de arriesgar sus utilidades a favor del planeta y de la sociedad.
Dado lo anterior, con las expectativas a futuro completamente destruidas, vale la pena revisar las tendencias en temas de sustentabilidad, ya que la agenda 2030 de la ONU promete ser un parteaguas en la sustentabilidad como modelos de sostenibilidad para las empresas. Dicha agenda menciona diecisiete puntos críticos a tratar, entre los cuales se mencionan; Igualdad de género, trabajo decente y crecimiento económico, promoción de innovación y tecnología sustentable, producción y consumo responsable y reducción de la huella de carbono.
¿Cómo podríamos entender que la agenda 2030 de la ONU no es un elemento meramente discursivo? Por primera vez, se apunta a una solución de carácter legal y regulatoria en materia de sustentabilidad. Si bien aun no es una realidad, las empresas ya están moldeando un mercado que les exigirá un marco sustentable. Por primera vez podemos mirar la tendencia; ser sustentables para ser sostenibles.
El cambio climático ya es un factor de riesgo directo para las empresas según un estudio de la Universidad de Carolina. Los empresarios deberán ajustar sus modelos de negocio en el marco de la sustentabilidad o directamente dejarán de existir. En el pasado primer encuentro anual de auditores internos del IMMPC (Instituto Mexicano de Mejores Prácticas Corporativas) con sede en el Grupo Bolsa Mexicana de Valores en la Ciudad de México. El director de cultura financiera del GBMV apuntó que en un futuro cercano las empresas listadas en bolsa deberán tener reportes precisos y confiables sobre los temas que apunta directamente la agenda 2030 de la ONU.
Que la bolsa mexicana comience a tratar estos temas con la seriedad que se merecen, es muestra irrefutable de que los resultados esperados para el futuro suenan mucho más alentadores que los resultados conocidos en el pasado. Si una empresa busca su crecimiento, desarrollo y sostenibilidad, deberá ser sustentable de manera obligatoria. Hoy en día, si bien los marcos no son regulaciones legales obligatorias, ya existen tendencias de mercado que poco a poco orillan a las empresas a guiarse por el camino del cambio a un modelo sustentable, es decir, el mismo mercado esta comenzado a exigir sustentabilidad para la sostenibilidad.
Otro indicador favorable, es la modificación propuesta por el IMMPC al código de mejores prácticas corporativas, que en la actualidad contempla un consejo de administración apoyado por al menos cuatro comités. La aportación y propuesta del IMMPC como modificación al código de mejores prácticas es añadir un comité de desarrollos sustentable, dicho comité seria de tal relevancia que la planeación estratégica de la empresa ya no estaría en manos del comité de planeación y finanzas, sino del comité de desarrollo sustentable. Haciendo de esta forma que el modelo de negocio, así como la presupuestación y la fijación de objetivos, cumplan requisitos sustentables.
Es evidente que los esfuerzos por promover eficiente y eficazmente las problemáticas en materia de sustentabilidad carecen de una respuesta favorable hasta la fecha, siendo uno de los principales indicadores aquellos que nos mencionan que el crecimiento empresarial de los países es proporcional al incremento en el cambio climático, al menos a la fecha.
Por otro lado, considero que los esfuerzos actuales son mucho más convincentes, ya que guardan una línea específica de ataque basada en una estrategia de obligatoriedad, aunada de una transmisión paulatina pero acelerada en la cual el mercado regule por si mismo los temas ambientales y sociales, para que cuando sea el momento de la llegada de las regulaciones en materia de sustentabilidad, el mercado se encuentre preparado.
En lo que resta de la década, con el apoyo de la agenda 2030 de la ONU y los esfuerzos de los institutos y colegios que difunden la información, además del cambio de paradigmas situados con énfasis al desarrollo sustentable de las empresas y gobierno, tal vez, en cinco años podríamos están observando las primeras regulaciones obligatorias cuyo incumplimiento amenace directamente la sostenibilidad de las empresas y frene de golpe su crecimiento. De esta forma se concluye que las empresas deben ser sustentables para poder ser sostenibles.
ENSAYO POR; ALEJANDRO VEGA.
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